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Pole Pole

Sin prisa, pero sin pausa, los habitantes de Arusha consiguen salir adelante con esfuerzo, determinación y una sonrisa.


Al pie del Monte Meru, está la tercera ciudad más grande de Tanzania, Arusha, con más de cuatrocientos mil habitantes. La ciudad recibe anualmente miles de turistas, dada su proximidad a áreas naturales como el Ngorongoro o el Kilimanjaro, aun así, es uno de los países más pobres del mundo.

Arusha se vislumbra como cualquier ciudad africana. El centro es pequeño y bullicioso y cuenta con algunas calles asfaltadas. Sin embargo, la mayoría de la población apenas pasa por allí porque vive en las afueras, donde no llegan los turistas. Esa zona de la ciudad es ancha, tranquila y silenciosa. Las casas, distribuidas de forma irregular, a veces son de barro y ramas y otras de hormigón. Algunas calles están totalmente delimitadas por casas a ambos lados, pero no es raro encontrar alguna casa aislada en medio del campo.

La vida en esta población transcurre en la calle. Mientras los más pequeños van a la escuela sus padres trabajan la tierra para luego vender los productos que cultivan. Por los múltiples campos que hay por Arusha se puede ver a hombres y mujeres trabajando para conseguir las mejores frutas y verduras. Las mujeres además de faenar de sol a sol, se hacen cargo de sus hijos; no es raro ver a madres trabajando con el más pequeño de sus hijos cargado a la espalda y el resto ayudándola en el huerto. Pero la actividad laboral no se acaba en el campo, continua con la venta de los productos que han cultivado. El mercadeo se centra principalmente en el Kilombero Market y en el Mercado de Arusha donde se congregan centenares de personas comprando y vendiendo, pero también en las paradas que montan las vecinas enfrente de sus casas.

Los habitantes de Arusha suelen desplazarse a pie a todas partes, aun yendo cargados. Pero para grandes distancias utilizan los piki-pikis, motos que hacen de taxis, y los dala dalas, pequeñas camionetas que hacen de minibuses y taxis colectivos.

La actividad en Arusha crece a media tarde cuando los niños salen del colegio y vuelven a casa. A esas horas se les puede ver ayudando a sus madres a lavar la ropa, en el campo echando una mano con la cosecha, jugando al fútbol o, simplemente, deambulando hasta que se pone en sol.

La idea de ciudad en África nada tiene que ver con la de la cultura occidental, sin embargo, cuando uno se fija en sus valores, las relaciones interpersonales y la inocencia de los niños y niñas, uno se da cuenta que todos somos iguales.


EN BUSCA DE LA IGUALDAD
EN TIERRA DE LEYENDAS

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